No soy una persona a quien le
gustan los deportes, y por eso mismo, tengo que confesar que este es el primer
mundial que veo. Por esta razón, creo que tengo una perspectiva fresca del
evento, siendo mi primera impresión de la Copa del Mundo.
Lo primero que aprendí, fue la
importancia de trabajar en equipo. Si bien es cierto que un jugador puede tener
suerte y meter un gol por sí mismo sin ningún pase, no es algo que puede hacer
todo el tiempo. Todas las jugadas necesitan de los demás jugadores para poder
completarse. Aunque haya un ‘héroe’ dentro de cada equipo, ese jugador necesita
de todos sus compañeros para poder hacer lo que hace.
También me llevo de esto la lección
de que no siempre se puede ganar, pero que cada oportunidad hay que
aprovecharla hasta el máximo. Costa Rica, por ejemplo, es el cuarto miembro de
la CONCACAF en llegar a cuartos de final, y el primer país centroamericano en hacerlo.
La Sele sorprendió al mundo entero al lograr llegar tan lejos, invictos dentro
del juego regular. Tal vez no ganaron la copa, pero lograron llegar más lejos de
lo que todos esperaban de ellos.
Aprendí que la vida no es justa,
que a veces el futbol es más importante que el bienestar social, porque, según entiendo,
Brasil ha ‘invertido’ más en estadios que en infraestructura para hospitales y
escuelas. 250,000 personas fueron desplazadas para construir estadios que
solamente se ocuparon cuatro veces, ya que la comunidad local no tiene la plata
para mantener ni la capacidad de llenar esos estadios.
Y sobre todo, aprendí que para
salir adelante en esta vida, puede servir morder a los demás, porque no es
primera vez que a Luis Suárez lo contrata un club justo después de morder a un
contrincante.
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